Sermon (khutba) del Envido de Dios (s.a.w)en el dia de Qadir khum 27

Sermon (khutba) del Envido de Dios (s.a.w)en el dia de Qadir khum 26

Testimonio histórico; otra prueba para la condición de innata del hiÿâb
Quienes analizaron la vida del ser humano y su evolución creen que éste, desde su surgimiento, ha intentado preparar para sí una vestimenta adecuada. Esta vestimenta comenzó con las hojas de los árboles y paulatinamente se perfeccionó.
El hiÿâb en la cultura de los pueblos e ideologías del mundo De acuerdo al testimonio de los textos históricos, en la mayoría de los pueblos y credos del mundo el uso del hiÿâb era común entre las mujeres, y jamás desapareció aunque a veces ha sufrido altibajos.
Los historiadores mencionan muy poco a los pueblos primitivos en los que sus mujeres no tenían hiÿâb. Son tan ínfimos que al momento de comparar no merecen ser mencionados, por lo tanto podemos afirmar que la generalización del uso del hiÿâb en los diferentes pueblos con diferentes creencias, religiones y condiciones geográficas, ndica que la tendencia hacia el hiÿâb es algo natural, pudiéndose alegar que en los pocos pueblos primitivos en los cuales era usual la desnudez, fue la existencia de algunos obstáculos lo que impidió el florecimiento de sus capacidades naturales e innatas.
La mayoría de los historiadores e investigadores han hecho referencia a la expansión del uso del hiÿâb entre las mujeres.
Leemos en la Enciclopedia Larousse: “Las mujeres griegas en épocas pasadas cubrían sus rostros y sus cuerpos hasta encima de los pies. Las mujeres fenicias utilizaban unos hiÿâb de color rojo”.
El tema del hiÿâb se observa en las palabras de los más antiguos escritores griegos.
Agrega Larousse: “El hiÿâb existió entre las mujeres de Siberia y los habitantes de Asia Menor y entre las mujeres de la ciudad de Mad (persas y árabes). Las romanas usaban un hiÿâb más estricto.”
En su libro, Will Durant, habla de un hiÿâb estricto que existía entre las mujeres de la Nueva Bretaña y la isla de Borneo.
El filósofo occidental Bertrand Russell, en su libro “Matrimonio y Moral”, habla de un hiÿâb estricto que usaban las mujeres.
La historia de Adán y Eva es una clara prueba de que el hiÿâb es una cuestión innata en la naturaleza del ser humano
Reflexionar en la historia de Adán y Eva –que la paz sea con ambos- corrobora el hecho de que cubrirse es una cuestión innata en el ser humano. Leemos en la Torá: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio ta mbién a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto…”
“Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”(Génesis 3, 6-8 y 20-21)
Según este texto Adán y Eva no tenían vestiduras y recién luego de comer del árbol prohibido se les abrió los ojos y entendieron que estaban desnudos, e inmediatamente se cubrieron con hojas de los árboles, otorgándoles Dios una vestimenta de piel.
Respecto a la historia de Adán y Eva leemos en el Corán:
«Y, con engaños, les sedujo. Mas cuando hubieron gustado ambos del árbol, se les reveló su desnudez, y comenzaron a cubrirse con hojas del Paraíso. Entonces, su Señor les llamó: “¿No os había vedado este árbol y no os había dicho que Satán era vuestro enemigo declarado?”»(Sura Al-A‘râf, 7: 22)
Según las benditas aleyas del Sagrado Corán, Adán y Eva antes de probar del árbol prohibido ya tenían vestiduras, pero al comer de dicho árbol, por efecto de la tentación de Satanás, perdieron su vestimenta.
Sea como fuere, de acuerdo a las dos transmisiones, tras sentir la desnudez, inmediatamente se cubrieron con hojas de árboles del Paraíso.
Este sentimiento de vergüenza ante la desnudez, incluso sin la presencia de un observador extraño, y su esfuerzo por cubrirse, desde que sucedió sin una previa instrucción u orden por parte de Dios o del Ángel de la revelación, nos da a entender la condición de innata de la vestimenta en el ser humano y corrobora que esta necesidad de cubrirse no surgió gradualmente a raíz de la civilización sino que los primeros seres humanos tendieron a ella en forma natural e innata.
Según una tradición del Profeta (BP): “Luego del descenso de Adán a la tierra Dios ordenó sacrificar uno de los ocho corderos que Dios les había otorgado y confeccionar ropa con su lana”.
El envío de algún medio para confeccionar las vestiduras fue como una respuesta a la tendencia interna del ser humano. Los testimonios de los biólogos y sicólogos ta mbién corroboran este tema.
La desnudez, la trampa de Shaitân
El Corán presenta a la desnudez como una trampa que Satanás tiende en el camino del hombre, la considera contraria a la naturaleza de los seres humanos y les advierte que no se precipiten en dicha trampa:
«¡Oh, hijos de Adán! ¡Que Satanás no os seduzca, como sedujo a vuestros padres en el Paraíso y les hizo salir de él despojándoles de sus vestiduras para mostrarles su
desnudez! Por cierto que él y sus fautores os acechan desde donde vosotros no les veis. Sin duda que hemos designado a los demonios protectores de los incrédulos»(Sura Al-A‘râf, 7: 27).
Lamentablemente, muchos, a lo largo de la historia, se han precipitado en la trampa de Satán, y la cultura occidental, más que cualquier otra, acogió esta trampa satánica para desnudarse y exhibirse.