Ayudar a otros
Es la obligación de aquellos que son afortunados en términos de riqueza material, ayudar a los menos afortunados en diferentes partes del mundo. Esto puede ser hecho al enviar ayuda a varias organizaciones de caridad que cuidan las necesidades de los pobres en países como en la India, Iraq y otros.
Existen muchos versículos coránicos que llaman para gastar dinero para la causa de Dios:
“Aquellos que gastan su riqueza en la senda de Dios son semejantes a una semilla que produce siete espigas, en cada una de las cuales hay cien granos. Así incrementa Dios los bienes de quien Él quiere. La bondad de Dios todo lo alcanza, Él todo lo sabe. Quienes gastan su riqueza en la senda de Dios sin, a continuación, hacer alarde de lo que han gastado ni ofender, tendrán su recompensa junto a su Señor y no tendrán temor ni estarán tristes”. .
Dios explica que el dinero que gastamos en Su causa, será doblada y multiplicada para nosotros, y que esto será rentable para nosotros tanto en este mundo como en el Más Allá. Sin embargo, la única condición que Dios pone para lograr de esta recompensa, es que el benefactor no debe recordar a aquellos que reciben el apoyo de su beneficio.
El Corán exhorta a la gente a los actos de caridad y lo hace atractivo a los creyentes al describir la caridad como un préstamo considerable. Dios dice: “¿Quién hará a Dios un préstamo generoso? Dios se lo devolverá multiplicado. Dios es quien da la estrechez y el desahogo y a Él regresaréis”. .
Dios muestra extrema amabilidad al hacer de la caridad un tipo de préstamo considerable pagado a Él. Es el necesitado el que pide los préstamos, mientras que Dios, a quien pertenece el dominio de los cielos y de la tierra, y lo que está entre ellos, no está en necesidad de un préstamo de Sus criaturas; pero el modo de expresión es ponerla de esta forma, principalmente para atraer a los creyentes a participar de la caridad, así aseguran los medios para que el pobre obtenga lo que necesite, y para que los más afortunados consigan la complacencia de Dios. El beneficio de este préstamo regresa a los mismos seres humanos, y disfrutan de los frutos de ello en este mundo así como en el Más Allá. Tal es la misericordia de Dios.
l Corán ta mbién describe el gastar dinero en la causa de Dios como un comercio lucrativo que beneficia a su propietario en el Día de la Resurrección:
“¡Oh Creyentes! ¿Queréis que os indique un negocio que os salve de un castigo doloroso? ¡Tener fe en Dios y en Su Mensajero y combatir por la causa de Dios con vuestros bienes y vuestras almas! ¡Eso es mejor para vosotros! ¡Si supierais…!” .
Muchos hádices ta mbién hablan sobre el beneficio de ayudar a otros:
El Bendito Profeta (BPD) dijo: La caridad aleja a los dadores, del calor de la tumba y el Día del Juicio, el creyente estará en la sombra de su caridad.
El Bendito Profeta (BPD) dijo: Dios sonríe a la persona que extiende su mano para dar caridad, y a quien Dios le sonríe se le perdona.
El Bendito Profeta (BPD) dijo: Guárdense ustedes mismos del fuego (a través de la caridad) aún si en una fecha, porque seguramente Dios lo levantará (causa que crezca), al igual que uno de ustedes levanta su potrillo… hasta que se convierte tan grande como una gran montaña.
Un punto importante a recordar, es que la riqueza que disfruta el ser humano en realidad pertenece a Dios. El Corán continuamente trae la atención de los hombres al hecho de que la riqueza es únicamente de Dios, y que el hombre no es más que un representante de Dios para supervisarla; consecuentemente, el hombre no debe desobedecer a Dios respecto a la confianza puesta a su cargo. Dios es el Dueño de los cielos y de la tierra: “¡A Dios pertenece el reino de los cielos y de la tierra y Dios tiene poder sobre todas las cosas!” . “¡Oh gentes! ¡Recordad las mercedes que Dios ha tenido con vosotros! ¿Hay en la creación, aparte de Dios, quien os provea de lo que hay en los cielos y en la tierra? No hay más Dios que Él. ¿Cómo, pues, os desviáis?” .
Se le solicita a la gente a gastar la riqueza que Dios les ha conferido a ellos, en aquellos que no tienen. El hecho es que la riqueza no es de ellos, sino que solo actúan como representantes que han sido asignados por Dios para administrarla: “… repartid de lo que Él os ha dado como sucesores…” y gasten algo (en caridad) fuera de la riqueza que les hemos conferido en ustedes, antes de la muerte deben venir cualquiera de ustedes y decir, “… ¡Señor mío! Si solamente me dieses un pequeño plazo, daría limosna y sería de los rectos”. .