Filosofía del Hiyab y la Vestimenta Islámica
A diferencia de la cultura moderna del mundo occidental, el Islam rechaza fuertemente la exhibición de la mujer en la sociedad como una mercancía destinada a la explotación sexual y la provocación de los deseos e instintos sexuales del hombre. El Hiyab es un programa sugerido por el Islam con el fin de defender a la mujer contra la explotación sexual. Según las leyes del Islam, no está permitido para el hombre disfrutar de los encantos sexuales de la mujer; salvo que sea su cónyuge legal. Por lo tanto, el placer sexual entre hombres y mujeres no-Mahrams (no-familiares) es considerado un pecado que puede dar lugar a la corrupción moral de la sociedad.
Hay que afirmar, que la filosofía del Hiyab es obvia para todos; ya que todos saben que la desnudez de la mujer provoca los deseos sexuales de los jóvenes. Por otro lado, la estimulación de los deseos y pasiones de los jóvenes sin que se satisfagan en forma debida les causan muchos desórdenes psicológicos e incluso puede dar lugar a permanentes enfermedades mentales. El Islam quiere que todos los individuos en la sociedad se encuentren en una salud mental óptima; y es por lo tanto que les sugiere preservar sus oídos y sus miradas de las cosas y escenas que interrumpen su tranquilidad. Esta es una de las más importantes filosofías del Hiyab.
Según las estadísticas, a medida que aumenta la desnudez de la mujer en la sociedad, aumentan los casos del divorcio y el colapso de las estructuras familiares en el mundo. Pero, en las comunidades donde se observa y se respeta la práctica de la ley del Hiyab, la estructura de la familia queda más firme y estable; ya que los conyugues permanecen leales uno al otro y no comparten su amor conyugal con otras personas.
Por el contrario, en el mercado de la libertad sexual de las comunidades no-musulmanas, las mujeres se han convertido en mercancías de las que cualquier hombre puede aprovecharse. En estas condiciones, la familia y el matrimonio pierden su respeto y santidad, y el compromiso entre las parejas queda sin sentido.
La propagación de la corrupción moral y el aumento de los hijos ilegítimos se encuentran entre las más desagradables consecuencias de no observar las normas del Hiyab en la sociedad, y pueden dar lugar a otros problemas sociales más peligrosos.
Al respecto, no se debe subestimar la relación entre el asunto del Hiyab y la reputación de la mujer. En las sociedades que utilizan a la mujer como un medio para atraer clientes, turistas o para publicar productos ante consumidores y compradores, el carácter de la mujer es considerado tan despreciable como una muñeca o una mercancía. En tales condiciones, los únicos honores de la mujer son su belleza, su juventud y la exhibición de su cuerpo; mientras que se olvidan los altos valores de su carácter humano.
En estas sociedades, la mujer se convierte en un medio para satisfacer los instintos y deseos rebeldes de un grupo de hombres que solo piensan en codiciarla y explotarla sexualmente. Si la mujer es considerada como un juguete sexual, sus características éticas, su conocimiento y sus altos valores humanos serán olvidados en la sociedad.