La opinión del Profesor Mutahhari como un investigador y sabio musulmán
El Profesor Mutahhari, en su libro “La Cuestión del Hiÿâb”, fusionando las dos hipótesis mencionadas, plantea una hipótesis más completa. Dice: “Se habla generalmente respecto a la raíz de la ética sexual como el pudor, la castidad, y ta mbién el deseo de la mujer de cubrirse a sí misma frente al hombre, y aquí se expusieron unas opiniones, la más exacta de las cuales es que el pudor, la castidad y el cubrirse, son una medida que utiliza la misma mujer para proteger su valor y cuidar de su posición ante los hombres. La mujer, por medio de su inteligencia innata y a través de un sentido especial que posee se percató de que desde el punto de vista físico no puede igualarse al hombre, y si quiere estar junto al hombre en el campo de la vida, no podrá vencer la fuerza del hombre.
Por otra parte, se percató del punto débil del hombre en esa misma necesidad que la creación estableció en el seno de los hombres, que ha dispuesto al hombre como la manifestación del hecho de amar y desear, y a la mujer como la manifestación de ser amado y deseado.
Cuando la mujer encontró su lugar y posición frente al hombre y se percató del punto débil del hombre en cuanto a ella, de la misma forma que se aferró a engalanarse y embellecerse para adueñarse del corazón del hombre, ta mbién se aferró a mantenerse alejada del alcance del hombre… a fin de elevar su posición”.
Él agrega, “Por supuesto, observamos contradicciones en las opiniones de algunos científicos occidentales en este terreno, ya que por un lado hacen referencia a la condición innata del pudor y del hiÿâb, y por otro hablan de otros factores sociales, económicos, la tendencia a embellecerse… que no vemos la necesidad de tratarlos, y la mejor respuesta a ellos es la opinión de los biólogos y sicólogos”.
El Hiyab como una de las obligaciones esenciales del Islam
Los Eruditos Musulmanes hacen hincapié en que el Hiyab es un deber solemne y necesario en el Islam. Por lo tanto, las leyes del Islam no han permitido que la mujer se quite el Hiyab frente a los no-Mahrams, bajo ninguna condición. Sin embargo; en condiciones de emergencia, tales como una enfermedad, está permitido quitarse el Hiyab en la medida necesaria.
Los Estudiosos Islámicos argumentan que el uso del Hiyab no es incompatible con las actividades sociales de la mujer. Según las fatwas de los Sabios Islámicos, las mujeres pueden trabajar o estudiar fuera de casa; siempre y cuando usen correctamente el Hiyab
El Hiyab en el Corán
? Sura al-Ahzab, aleya 53:
“Y cuando queráis pedirles algo de la casa a ellas, hacedlo desde detrás de un Hiyab (una cortina).”
Esta aleya prohíbe a los musulmanes de hablar directamente con las esposas del Profeta (PBD). La revelación de esta aleya fue la primera de las órdenes que exigieron a las mujeres cubrirse cuando se enfrentan a los hombres no-Mahrams.
? Sura al-Ahzab, aleya 33:
“Y permaneced en vuestras casas y no os mostréis (ante los hombres) como se mostraban en los tiempos de ignorancia anteriores”
Esta aleya fue revelada en relación a la prohibición de exhibir el maquillaje frente a los hombres no-Mahrams.
? Sura al-Ahzab Aleya 59:
“¡Oh, Profeta! Di a tus esposas y a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran todo el cuerpo con sus túnicas. Eso es mejor para que sean reconocidas y no sean molestadas. Y Dios es Perdonador, Misericordiosísimo con los creyentes.”
Esta aleya obliga a las mujeres a cubrirse el cuerpo usando un tipo de ropa llamada “Yilbab” (جلباب). “Yilbab” es una ropa larga que cubre el cuerpo desde la cabeza hasta los pies.
? Sura Al-Nur, aleya 31:
“Dile a las creyentes que recaten sus miradas, se abstengan de cometer obscenidades, no muestren de sus atractivos (en público) más de lo que es obvio, y que dejen caer el velo sobre su escote, solo muestren sus encantos a sus maridos, sus padres, sus suegros, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos, sus sobrinos por parte de su hermano y de su hermana, las mujeres, las esclavas, sus hombres sirvientes que ya no tengan deseo sexual y los niños que todavía no sienten atracción por el sexo. (Diles ta mbién) que no hagan oscilar sus piernas (al caminar) a fin de atraer la atención sobre sus atractivos ocultos. Pidan perdón a Dios por sus pecados, ¡Oh, creyentes!, que así alcanzarán el éxito.”
Con la revelación del versículo 31 de la Sura al-Nur, después de las aleyas de la Sura al-Ahzab, el Hiyab se convirtió en un deber obligatorio para las mujeres musulmanas.
La opinión de los biólogos y los psicólogos corroborando la condición innata del hiÿâb
A través de un breve análisis de las palabras de algunos de los biólogos y psicólogos llegamos a la conclusión de que la raíz del hiÿâb se encuentra en el “pudor” y la “dignidad” y algunos psicólogos presentaron como la raíz del pudor y hiÿâb de las mujeres una decisión inteligente “natural” de la mujer con el fin de incrementar su valorización y atracción hacia sí. Esta opinión de alguna forma argumenta delicadamente la condición innata del hiÿâb.
Un investigador musulmán en su libro titulado “Temperamento de las Mujeres” transmite un dicho de Schopenhauer: “El pudor de la mujer se basa en un pacto secreto entre las mujeres con el fin de aumentar su valía y obligar al hombre a acercarse a ellas”. El vocablo “pacto secreto” ta mbién hace referencia a la condición innata del hiÿâb
La historia de Adán y Eva es una clara prueba de que el hiÿâb es una cuestión innata en la naturaleza del ser humano
Reflexionar en la historia de Adán y Eva –que la paz sea con ambos- corrobora el hecho de que cubrirse es una cuestión innata en el ser humano. Leemos en la Torá: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio ta mbién a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto…”
“Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.” (Génesis 3, 6-8 y 20-21)
Según este texto Adán y Eva no tenían vestiduras y recién luego de comer del árbol prohibido se les abrió los ojos y entendieron que estaban desnudos, e inmediatamente se cubrieron con hojas de los árboles, otorgándoles Dios una vestimenta de piel.
Respecto a la historia de Adán y Eva leemos en el Corán:
«Y, con engaños, les sedujo. Mas cuando hubieron gustado ambos del árbol, se les reveló su desnudez, y comenzaron a cubrirse con hojas del Paraíso. Entonces, su Señor les llamó: “¿No os había vedado este árbol y no os había dicho que Satán era vuestro enemigo declarado?”»
Según las benditas aleyas del Sagrado Corán, Adán y Eva antes de probar del árbol prohibido ya tenían vestiduras, pero al comer de dicho árbol, por efecto de la tentación de Satanás, perdieron su vestimenta.
Sea como fuere, de acuerdo a las dos transmisiones, tras sentir la desnudez, inmediatamente se cubrieron con hojas de árboles del Paraíso.
Este sentimiento de vergüenza ante la desnudez, incluso sin la presencia de un observador extraño, y su esfuerzo por cubrirse, desde que sucedió sin una previa instrucción u orden por parte de Dios o del Ángel de la revelación, nos da a entender la condición de innata de la vestimenta en el ser humano y corrobora que esta necesidad de cubrirse no surgió gradualmente a raíz de la civilización sino que los primeros seres humanos tendieron a ella en forma natural e innata.
Según una tradición del Profeta (BP): “Luego del descenso de Adán a la tierra Dios ordenó sacrificar uno de los ocho corderos que Dios les había otorgado y confeccionar ropa con su lana”.
El envío de algún medio para confeccionar las vestiduras fue como una respuesta a la tendencia interna del ser humano. Los testimonios de los biólogos y sicólogos ta mbién corroboran este tema.